Las aves han sido contempladas y admiradas por el humano desde tiempos inmemoriales, le han servido como fuente de alimento, con sus hermosas plumas ha adornado su cuerpo, al mismo tiempo de ser un tributo tanto para gobernantes como para dioses, sus cantos lo han acompañado durante el día y la noche por todos los rincones que ha recorrido y a cada paso que da hoy en día siguen siendo sus fieles acompañantes.
Además del papel utilitario que el hombre le ha dado a este grupo de organismos, a nivel ecológico juegan un papel fundamental en el mantenimiento del equilibrio de los ecosistemas, ya que cumplen distintas funciones como el ejercer un control biológico sobre las poblaciones de insectos de los cuales se alimentan; por otro lado, al fungir como polinizadores (junto con insectos y murciélagos) y como dispersores de semillas (junto con roedores y otros pequeños mamíferos), ayudan a configurar la estructura del paisaje en el cual se desarrollan, además de contribuir a la regeneración de los bosques, hecho que repercute en el mantenimiento de la diversidad que en ellos existe.
Nuestro país, es uno de los más diversos del mundo por la enorme riqueza de flora y fauna que contiene. Alrededor de 769 especies de aves se reproducen aquí y 257 especies más se encuentran como migratorias, residentes de invierno o accidentales, lo que da un total de 1,026 especies registradas en territorio mexicano.
Oaxaca es el estado más diverso de la República Mexicana en cuanto riqueza de aves se refiere, al contener 746 (70.4%) de las 1026 que se han registrado en el país, lo que además corresponde al 7.4 % del total mundial (Howell y Webb, 1995)
De toda la gama de aves que se encuentran en nuestro estado, sobresale la existencia de la guacamaya verde (Ara militaris), ya que es uno de los psitácidos de mayor tamaño que habita la Republica Mexicana, la cual se encuentra en peligro de extinción por diversas razones que afectan a sus poblaciones a todo lo largo de rango de distribución. Una de sus poblaciones se desarrolla en los terrenos de la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, en donde se puede encontrar en distintos sitios a través del año. Varias comunidades indígenas son testigo del paso de esta ave por sus terrenos años tras año, de modo que han aprendido a convivir con ella.
Por esta razón, las comunidades que son las dueñas del territorio en el cual se mueve la guacamaya verde durante su viaje por la Cañada Oaxaqueña, quieren aprovechar las diversas actividades que se desarrollan alrededor del mundo en el marco del mes de las aves, para rendirle un tributo a lo que ellas han empezado a considerar como el oro verde de la región. En este contexto, las propias comunidades indígenas, dependencias de gobierno, académicas y asociaciones civiles que han emprendido actividades en la zona para la protección y conservación de la especie, se han reunido para realizar el “Primer festival de la guacamaya verde” en la región, mismo que se realizara del 24 al 26 de octubre, con el objetivo de compartir con la ciudadanía interesada en el tema de las aves, la importancia de la especie en el contexto regional, estatal y mundial, así como los problemas a los cuales se enfrenta en la región y las acciones que se han emprendido hasta la fecha para su mantenimiento.
La intención de este primer festival es reunir tanto a los sectores académico y cultural con la finalidad de incluir a todos los actores de la población con actividades como conferencias, talleres, exposiciones y el primer rally de observación de aves en la región.
La guacamaya verde es una especie emblemática, de la que debemos estar orgullosos, pero para poder lograr este objetivo es necesario estar informados de su situación, del porque de su importancia, los problemas a los que se enfrenta y la hacen cada vez más vulnerable, así como las actividades que las poblaciones de la región han iniciado para protegerla. Cuidar este valiosísimo recurso natural esta en nuestras manos, de nosotros depende que las generaciones futuras puedan ver el cielo iluminado con sus hermosos colores y acompañar el susurro del viento con sus escandalosas voces, o simplemente dejar que la presencia de Tibaaza (como se le conoce en mixteco) se convierta en una leyenda contada por los abuelos de la zona.
